sábado, 6 de febrero de 2016

Ahora sí... reto conseguido.

"Varón caucásico, 1,86 cm de estatura, 129 kilos (oscilando), pelirrojo, gafapasta, barba, casado y con dos niñas (una recién nacida)".

Escribí eso un lunes, 12 de agosto de 2012. Ha pasado algún tiempo y, sobre todo, algunos kilos. Veinte kilos para ser exactos. Otras veces he estado a punto y luego la he vuelto a cagar así que nadie se tome esto como cantar victoria ni nada parecido. Recuerdo que hace un año o más llegué a estar en 113 y luego volví a pasar de 120. La vida es así, la vida es oscilar. Yo soy el hombre oscilante. Sin embargo me propuse bajar de 110 y lo he conseguido y no sabéis la felicidad que da decir eso. Ponerte una meta y ser capaz de alcanzarla. 

El nutricionista me dijo el otro día que paramos cuando llegue a 105. Yo estoy de acuerdo. Ahora que he llegado hasta aquí quiero tener cuidado y dejar un colchón de cinco kilos que marquen la zona infranqueable. 

Ha sido un camino complicado. Si supierais lo importante que ha sido sentirme acompañado... saberme parte de una familia que con más o menos suerte sabe que tiene que poner medios para sentirse bien. He aprendido mucho de vosotras, de las dificultades de cada una, y de las que compartimos (y lo escribo en femenino porque el noventa por ciento sois mujeres, estoy seguro de que los dos o tres hombres que me leen lo entenderán ¿eh Javi?). 

He cambiado. Y lo mejor es que el cambio más grande y bonito está por dentro. No se ve. Ese cambio tiene que ver con esa palabra horripilante: hábitos. Al nutricionista se lo he resumido así: "Antes el carnicero era mi amigo, ahora el frutero parece de mi familia". Estoy comiendo comida, mucha verdura, mucha fruta y algo menos de carne y de pescado... este año espero poder empezar a sembrar cosas en casa, tener un pequeño huerto y que mis hijas vean que lo más bueno es lo que puedes hacer tú mismo. Porque un aprendizaje ha llevado a otro y este camino con la comida me ha cambiado más profundamente espero, o por lo menos estoy explorando otras cosas que tienen que ver por ejemplo con dejar de consumir (que es otra forma de comer) compulsivamente. No querer tener y acaparar cosas sino desprenderme de las cosas para ir, ligero de equipaje, y poder saber quién soy mejor. Ser más yo de acuerdo con lo que vivo, con lo que experimento, que con lo que tengo. Pero oye, que no me voy a convertir en un yogui ni nada de eso. Por ahora no me voy a meter a asceta ni místico. Una pizza, un helado o una buena hamburguesa me sigue gustando más que a un tonto un lápiz, me temo. Sólo que me ha cogido a mí esta etapa de mí vida en plan contemplativo.

Bueno. Que gracias, gracias, gracias.


martes, 12 de enero de 2016

¡Lo he conseguid...oh!

Vale, digamos que esto que os voy a contar es gracioso y a la vez no tiene ni p gracia... resulta que el día 24 de diciembre por la mañana fui a pesarme y... bingo, pesaba 109,4 Kg. O sea, que el día de nochebuena el destino quiso que yo viese ese precioso cero entre las centenas y las unidades... por no decir, no se lo dije ni a mi mujer. En otras circunstancias me hubiera subido desnudo a la cama cantando la introducción de la banda sonora de la Bella y la Bestia que es el nuevo hit en casa, pero como soy un adulto responsable, padre de familia, y sabía que ocho horas más tarde me iba a estar hinchando a cordero lo dejé estar.
Y aquí estoy. Alrededor de los 111 kiletes otra vez y contento porque las navidades han hecho su trabajo (y yo el mío claro) para darme la oportunidad de seguir teniendo un reto, un motivo para recordar que cuerpo y espíritu son parte de un todo, yo en este caso, y que más me conviene que se lleven bien y que no vuelvan a pelearse.
Y dejando a un lado las cifras gilipuertas no sé si os he dicho que estoy aterrado por cumplir (ahora en febrero) cuarenta años. Bueno, no creo que sea miedo realmente. Más bien es "sólo" una horrible angustia existencial. En realidad, aunque quede más de un mes para mi cumpleaños, creo que ayer cumplí los cuarenta. Ayer murieron mis veinte años y parte de los treinta. Se fueron con David Bowie. Lo sé, es cansino. De pronto tooodo dios admiraba a Bowie, ya habéis leído y visto vídeos y fotos para parar tres trenes. Bueno, aquí al lado puse al principio del todo una estrofa de la traducción de Changes. Por si no la habéis visto la escribo copio:

 Aun no sé lo que estaba esperando,
mi tiempo corría salvaje, un millón de callejones sin salida,
y cada vez que pensé que lo había logrado
parecía que el sabor no era tan dulce.
Entonces giré para enfrentarme a mí mismo,
pero nunca percibí cómo los demás deben ver al impostor,
soy demasiado rápido para ser analizado.


David Bowie me enseñó a no sentirme raro... o mejor, me enseñó a sentirme bien siendo raro. Sus canciones me descubrieron que no hay sólo un camino sino muchos y que, llegado el caso, también hay un camino que puedes abrir tú escogiendo el sitio por donde no haya pasado antes nadie. Adiós hombre, gracias por la música.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Un hombre y dos destinos.

Me jode no adivinar el futuro. Ahora mismo me gustaría saber cuánto voy a pesar el día 8 de enero. Bueno, me gustaría saber más cosas... pero entre ellas, esa. Y no es que no me fíe de mí. Podría decir que estoy seguro de que lo voy a hacer bien y que voy a mantenerme al menos, y que compensaré los días chungos de comidas familiares con cosas saludables y con ejercicio... y sí, por supuesto, creo que ha pasado el suficiente tiempo como para darme cuenta de que se puede comer bien y no pasar hambre (lo digo en serio, no es coña). Y que si a mí me gusta la verdura y la fruta no necesito atiborrarme de tanta carnuza como comía y que tengo que meter más pescado y... en fin, ESO.
Pero luego pasan muchas cosas. Cambia todo. Vienen vacaciones largas. Hay nervios, visitas, se compran cosas y están ahí (AHÍ, AHÍ, AHÍ... esto es el eco). Vamos, que uno puede tener toda la mejor voluntad del mundo pero que lo normal es que te pases más que que te controles.
Vamos a relajarnos, en el buen sentido. Vamos a tratar de no atormentarnos demasiado, vamos a tratar de asimilar que lo que hacemos lo hacemos porque nos hace sentir bien y, si comemos, porque toca comer, comamos sin resentimiento y sin sentirnos culpables después. Vamos a disfrutar de una cena o de una comida tratando de asumir quiénes somos, no quiénes queremos llegar a ser. Hoy es hoy. Y Mañana también será hoy cuando sea mañana, y así sucesivamente... ¿Stamos?

Por cierto, como alguna me habéis dicho que os da como cosa lo de Cosa he pensado ponerme nombre. He elegido JAN. Es catalán, y aunque yo soy un andaluz muy orgulloso de serlo me apetece y me gusta ponérmelo porque se parece al mío, ea.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Not very well

Bueno, más bien ni fú ni fa... pero es que no son fechas para estar demasiado centrado, todo hay que decirlo. La diferencia entre un día entre semana y el fin de semana es abismal. Entre semana estoy mucho más activo, ando bastante, y la comida la hago a tiro hecho, la suelo tener preparada del día anterior, como y a otra cosa. El fin de semana tiende a estar uno más inactivo y tengo que pasar mucho tiempo en la comida donde inevitablemente pico. A veces, es fruta, otras veces unas nueces, otras un pico, pero al final, picar, pico.
Y claro, el puente fue terrible. Cuatro días en casa y engordé de lo lindo. Demasiado que el viernes pesaba sólo medio kilo más. Además hice trampas porque cambié la cita del nutricionista. Y la aplacé a este viernes. Este fin de semana hemos celebrado el cumple de mi sobrino ¿Por qué se come tan mal en los cumpleaños? Luego está que de gimnasio, o andar, o bici o lo que sea voy fatal. Y que se echa encima la temida navidad y se me amontona el trabajo y que me parece a mí que no voy a estar por debajo de los 110 kilos de aquí al día de la lotería... Mañana martes tenemos comida de navidad del trabajo. otra en la frente. En fin, que todo se pone cuesta arriba. Mira que lo tenía ya cerca. Lo bueno es que uno ya sabe qué es lo que hay que hacer, lo tengo más o menos interioridad aunque es tan fácil salirse del camino...
Os leo. (¡Javi, hombre, bienvenido!)

domingo, 29 de noviembre de 2015

Como hace mucho tiempo

Es curioso. Mientras más me acerco a mi objetivo, menos importancia le estoy dando al peso (aunque me sigo pesando mucho) y más a cómo me siento de bien. Hacía mucho, mucho tiempo que no pesaba lo que ahora. Estoy mejor de cabeza, más centrado. Duermo bien y me levanto despejado. Estoy mejor de dolores aunque me siguen doliendo los pies. Ayer anduve una hora y media pero vestido con zapatos de vestir y vaqueros. La verdad es que me han molestado los pies bastante esta noche pero espero que sea sólo por la tontería de no haber llevado mejor calzado. El otro día fui a la peluquería y me quité creo que por lo menos medio kilo de pelo entre melenas y barba. Me miro al espejo y me reconozco a medias. A veces creo que soy mi hermano chico.
Sólo me queda superar el reto de los fines de semana. No puede ser que siga engordando, aunque sea poco, y teniendo que recuperar durante el resto de la semana. Además ahora viene casi un mes de vacaciones y eso hay que controlarlo para que no se nos vaya a la porra con las navidades y todo el jaleo. El nutricionista me ha recomendado un libro. Es fácilmente encontrable, se titula El mono obeso. Empecé este lío sobre todo por mis hijas. A pasar de todo creo que todavía me queda mucho camino por delante para que comamos bien no sólo yo, sino todos en casa. A ver si somos capaces.
Buen resto de fin de semana. Nos leemos.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Probando, probando

Este fin de semana hice un simulacro de navidades. Tuve celebración sábado y domingo, luego reencuentro con amigos el lunes con cena cañera. Eso de las comidas con los patos al centro de la mesa hace que esté todo centrado menos yo mismo. La del sábado era de esas de llevar todos algo y hacer el almuerzo en una azotea con el sol este tan bueno que está haciendo. Pues vaya tela, todo eran tortillas, filetitos empanados... el domingo comida para celebrar el cumpleaños de mi suegra pero también en plan grasiento, para qué nos vamos a engañar, lo que uno no puede pedir de repente es que sólo le gusten las cositas sanas. Y el lunes pues también me pasé con lo que únicamente me he centrado esta semana martes, miércoles y jueves así que bien. Tres días contra tres. He perdido cien gramos y estoy moderadamente contento. El reto es bajar de los 110 (mi meta) antes del día de la lotería de navidad.
Y no digo más que es muy temprano. Os leo. Suerte.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Lo de perder kilo por semana parece que es cosa del pasado. Bueno, ochocientos gramos para la buchaca que no están nada mal y ahí seguimos a poco ya de la meta... una meta un poco rara porque, como decía el poeta, el camino es el andar mismo, y no hay destino posible sino el seguir caminando y encontrarse uno bien en este paseo y... mejor paro porque me estoy viniendo arriba.
En estos días termina más o menos mi trimestre horribilis en lo que a trabajo se refiere. Se acabaron (espero) las jornadas de catorce horas corriendo de acá para allá. A partir de la semana que viene me lo puedo tomar con más calma y ¡ay, horror! Precisamente cuando me tomo las cosas con calma es cuando tiendo a engordar aunque coma bien. Me entra la modorra esa tan buena y me muevo menos que los ojos de Espinete. Bueno, pues ya sé qué es lo que tengo que evitar. Este fin de semana tengo dos comidas de celebración ¡ole! El lunes viaje a Málaga pero por trabajo con cena ¡toma que toma! O sea, que será un milagro del niño Jesús que yo conserve este peso el martes. Teneis razón con que no debo pesarme tanto. Con que lo hiciera los viernes voy sobrado, pero la verdad es que aunque no sea fiable (os aseguro que no lo es), es una guía que no está mal. Aun así trataré de haceros caso.
Como aparte de gordo soy una mijita neurótico, ahora me ha dado por la jardinería, a mí, que se me secan hasta los cactus (verdad verdadera). No es que le dedique mucho tiempo pero está uno ahora desarrollando su faceta zen y la verdad es que me relaja ponerme ahí a cuidar plantitas cuando tengo diez minutos para mí.
Abrazotes en este noviembre tan primaveral y ánimo para la cuesta de diciembre.