viernes, 25 de septiembre de 2015

Visita al nutricionista

He decidido que voy a pasar un poco del peso del nutricionista. Vuelvo a apuntar el mío. Es que ayer me citó a las tres de la tarde, y a esa hora digamos que tiende uno a pesar más que por la mañanita, en ayunas y con todo el karma negativo fuera (you know).
O sea, que ayer en la consulta del médico pesaba 118,3 y esta mañana en mi casa 117,8 lo cual es la fluctuación propia de los gordacos (quien lo probó lo sabe), pero yo sé debajo de qué sombra quiero cobijarme en este momento y quien la lleva la entiende.
Con el tema de la tesis estoy haciendo la dieta por aproximación. Apenas puedo dedicarme a cocinar como me gustaría y más o menos voy tirando con la plancha, las ensaladas y algún guisito que se pueda preparar rápido. Con la thermomix me estoy viniendo arriba (purés, pescados y verduras al vapor) aunque muy poco a poco.
Le dije ayer al hombre este que con la ansiedad he vuelto a la coca light. Intento una al día pero a veces me voy a dos sin darme cuenta. También le dije que durante un tiempo he estado intentando cambiar la light por una copa de vino en las comidas pero me dice que son casi lo mismo. Puede que sea casi lo mismo en mi proceso de adelgazar, pero no me creo que sea casi lo mismo de cara a mi salud. Yo soy casi abstemio, no soy cervecero ni nada y hace tanto que no salgo (del verbo salir, de lo que era salir) que ya ni me acuerdo de cómo sabe el whisky (si no sé ni escribirlo). No creo que una copa de vino al día sea TAN malo como una coca light al día. O las dos cosas son malas, o ninguna de las dos es mala (que también puede ser).
Le dije a este hombre también que tenía previsto ir al gimnasio a las siete de la mañana a partir de octubre (jajajajaja, me leo ahora y me parto yo solo de pensarlo). Esta vez con buen criterio me ha dicho que me cambia eso porque tres veces en semana ande durante veinte o veinticinco minutos y corra un minuto de cada cuatro (cinco series cuatro minutos andando y uno corriendo). La verdad es que el muchacho aquí ha demostrado más sentido común que yo.
I. estuvo el otro día en el trabajo. No me dijo ni mú. Tampoco me dijo nada de que me viera más delgado que era la señal que me hubiese desvelado definitivamente que había llegado hasta aquí.
Sigo. Os leo. ¡Gracias por los ánimos!

jueves, 17 de septiembre de 2015

Cosas que pasan

El otro día mandé un correo electrónico de trabajo desde mi dirección del blog. Me di cuenta tarde, claro. En realidad lo vi creo que un día o dos después. Así que es posible que esa persona, con la que mantengo un trato profesional, entre aquí y pueda ver las gilipolleces que escribo. Bueno, no me importa. Hola I.
Ayer me quedé sin papel en la impresora justo cuando tenía que imprimir una cosa importantísima. Es raro porque siempre tengo un montón de folios pero es algo que suele pasar... que cuando más lo necesitas, plaf.
De comer voy bien. Adelgazando despacio pero seguro. Apenas puedo hacer ejercicio porque sigo delante del ordenador todo el día y cuando no, pues intento hacer algo con las niñas que me reclaman algo de atención.
Os leo, claro, porque me ayuda, y escribo esto por lo mismo.
Por cierto I., que quede entre nosotros si puede ser. Gracias.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Mi zona de confort

No sé si eso existe, la verdad, pero algo debe haber. Si no no se entiende esa querencia de mi cuerpo a estabilizarse en los 120 kilos y no moverse ni para atrás ni para adelante. Hoy, por fin, una vez más, he bajado de los ciento veinte. A ver si esta es la definitiva (ay) y no vuelvo a ver más ese número tan saborío.
Hoy he estado en el nutricionista otra vez. Me pone las comidas y yo me las voy haciendo por aproximación. Esta noche me toca huevo a la plancha y espárragos blancos. Yo sé que haré el huevo cocido y que lo pondré en una ensalada con espárragos, sí, pero también algo de lechuga. Lo de las comidas no cuesta tanto como el ejercicio. Porque encima que les estoy quitando por la tesis a mi mujer y mis hijas un montón de tiempo para estar juntos antes de que empiece el colegio y los follones del otoño no voy a aprovechar un ratito que tengo para irme al gimnasio. Debería, tal vez, pero no puedo.
O sea, que como bien pero que paso demasiado tiempo sentado. De todas formas es un punto haber perdido el kilo que gané en vacaciones. En una semana. Ole yo.
Os leo mucho, me motiva y me anima en este negocio que llevo conmigo mismo. En otras circunstancias, aquí sentado frente al ordenador y siendo verano hubiese puesto cinco kilos fijo. Gracias a vosotrxs (mucho más a vosotros que al nutricionista) esto está siendo mucho más llevadero.
Mi meta es perder diez kilos desde ahora a final de año. Son cuatro meses. Creo que no debería ser ninguna barbaridad. Vamos. Vamos. Vamos.