viernes, 30 de octubre de 2015

La naturaleza va compensando (2ª parte)

Esto es como todo... si una semana va extremadamente bien en la siguiente haces más o menos lo mismo y zopa, la cagas. Yo no me siento mal. Lo que me jode es que cada vez me doy más cuenta de que por mucho empeño que pongo en no pasarme el fin de semana siempre por pequeñas cosas pongo demasiado peso en esos dos o tres días. El pasado fue tremendo. El sábado pudimos salir mi mujer y yo y comimos en un japonés, que bueno, puede ser calórico pero no es que te mueras de lo calórico que es. Luego, eso sí, nos comimos un helado en el Rayas (si venís a Sevilla tenéis que ir a esa heladería... mamma mía). Me comí un helado pequeño que me supo a gloria. Luego el domingo con la m... del cambio de hora estuve todo frenético muerto de hambre. No es que me pasara mucho pero digamos que ataqué a la fruta de media mañana y media tarde más de lo que debería. Bueno, pues el lunes pesaba un kilo seiscientos gramos más que el viernes. Que yo ya sé que eso es agua, y que es que estoy más sedentario y que no debería pesarme tanto... pero es que un kilo y medio en dos días jode un montón. Desde entonces la locura de siempre. Las carreras. el trabajo de todos los días, hartarme de andar. Y, bueno, doscientos gramos menos que, viendo el panorama, es para darse con un canto en los dientes.
O sea, que una vez más el meollo está en el rinde. En hacer ejercicio y no abandonarse mucho en esos días. Para colmo este fin de semana es largo porque el lunes será fiesta también. Deseadme la suerte que yo os deseo a todos.




viernes, 23 de octubre de 2015

La naturaleza va compensando

Qué locura de semana. Ayer fui de nuevo al nutricionista al que prácticamente pago 40 lereles al mes por pesarme. Bueno, realmente cada día le pregunto cosas y creo que poco a poco sí estoy cambiando hábitos. Su menú, sin embargo, cada vez lo sigo menos.
El caso es que desde la semana pasada he perdido casi dos kilos. Y es que no he parado. Todo el día de acá para allá, comiendo muy poco en casa (bueno, muy poco en todos lados), tratando de comer mucha verdura, mi fruta a media mañana y media tarde... puedo estar contento (y lo estoy) porque veo la meta ya cerca y eso anima.
Como no sólo de dieta vive el hombre (ni la mujer), os traigo un hallazgo maravilloso de estos días. Es un cuento, o un artículo, o una reflexión sobre la p/maternidad escrita por Natalia Ginzburg. Hace años, siglos, que no leía algo tan bueno, algo que me sirviera tanto. Estas semanas atrás le he dado muchas vueltas a lo que significa ser padres. Esta historia de Ginzburg me ha resuelto muchos conflictos sobre esa entrega a veces absurda a los hijos y ese olvido de nosotros mismos. Creo, de verdad, que al asumir nuestra libertad les hacemos un favor y que vivir la vida a través de ellos nos termina perjudicando a todos. ¿Por qué escribo esto? No sé, porque me sale.

Os enlazo el texto completo que es fantástico.

Aquí un bonito extracto para que el que no quiera leerlo entero.

"Y si nosotros mismos tenemos una vocación, si no la hemos traicionado, si a través de los años hemos seguido amándola, sirviéndola con pasión, en el amor que profesamos a nuestros hijos podemos mantener alejado de nuestro corazón el sentido de la propiedad. Si, por el contrario, carecemos de una vocación, o si la hemos abandonado y traicionado, por cinismo o por miedo a vivir, o por un mal entendido amor paterno, o por cualquier pequeña virtud que se ha instalado en nosotros, entonces nos agarramos a nuestros hijos como el náufrago al tronco de un árbol, pretendemos enérgicamente de ellos que nos devuelvan cuanto les hemos dado, que sean absolutamente y sin salida posible tal como los queremos, que obtengan de la vida todo aquello que a nosotros nos ha faltado. "

sábado, 17 de octubre de 2015

Empate

Vaya semanita... y no, no me he pasado demasiado. Supongo que esto que yo he hecho será lo que hacen los que siguen la dieta de mantenimiento... ¿existirá alguien que haga la dieta de mantenimiento? ¿Serán como los unicornios, que nadie ha visto ninguno? Bueno, 116,1 pesaba el viernes pasado y eso mismito pesaba hoy. Así que nada. No puedo quejarme porque desde entonces no he comido ni un solo día en casa. Nada. Cero. Y siempre en la calle con lo que eso conlleva... te pasas poco, intentas ser bueno, pero te pasas, claro.

En Málaga muy bien, como siempre. Me encanta esa ciudad y creo que es de las más amables para ir con niños pequeños (compitiendo con Valencia y, para mí, Madrid). A pesar de no haber perdido me encuentro bien, creo que no voy mal y creo, también, que voy a alcanzar mi objetivo porque la inercia que he cogido (los hábitos más bien) es buena.

Dedicado a Matrioska por el Rooibos y por el Caminar

La semana que viene quiero ir al gimnasio por lo menos dos días. Voy a comprar un bono cerca del trabajo, porque desde casa ya veo que es imposible. Así que voy a sacar tiempo como pueda para ir dos veces entre semana y luego en el finde tratar de hacer algo más de ejercicio (andar, bici, gimnasio de allí...). Lo escribo para exteriorizarlo pero de verdad tengo que cumplirlo (quiero cumplirlo).

Os leo!


sábado, 10 de octubre de 2015

Me estoy quitando, sólo me peso de vez en cuando...

Ahí vamos. Lento pero bajando. Le dije al nutricionista que el fin de semana subo un poco de peso y que luego lo trato de recuperar en los días entre semana. Tiene razón, eso es un error porque así no estás cambiando el hábito, la forma de comer. Pero lo mío no es por pasarme con la comida (no siempre) es porque el fin de semana no me muevo apenas, y así no se puede.
Además luego entre semanas haces tonterías como cenar fruta o un yogurt, yo lo he hecho este, y así no pierdes grasa sino músculo.
Voy a apuntarme a un gimnasio. Sólo para ir desde el trabajo, para ir los días que trabajo por la tarde. Y luego voy a proponerme hacer el fin de semana por lo menos unos de los dos días ejercicio. Para poner la cosa más complicada este finde es más largo porque hay puente o lo que sea y nos vamos a Málaga. Habrá que echarle valor y portarme lo mejor posible.
Confesaré algo que me avergüenza un poco. Me estoy obsesionando tontamente con el peso. Y lo sé, sé la teoría, no hay que pesarse tanto, no sirve de nada, agobia y no ayuda. Pero es superior a mis fuerzas, es un acto automático. Aparte de pesarme todas las mañanas, es que ya me sorprendo pesándome por las noches para calibrar cuánto pesaré al día siguiente. A ver si con el viaje de este finde reconduzco esto para que no se me vaya de las manos.
Gracias por vuestros comentarios.

viernes, 2 de octubre de 2015

Nueva visita al nutricionista

He perdido otro kilo. No ha sido fácil. El fin de semana pasado estuve rematando la tesis y me tiré tres días delante del ordenador sin parar. El domingo, además me dio un arrebato de esos que nos dan cuando estamos que nos subimos por las paredes, y arramblé a lo tonto a lo tonto con todo lo que pillé a mi paso. Afortunadamente no había por casa muchas porquerías porque hubieran caído. Pero vamos, cogí un fuet que algún incauto había dejado por ahí abandonado y di cuenta de él con unas estupendas regañás de la tierra.

El lunes no quise ni pesarme. Eso sí, durante el resto de semana me he portado muy bien y además ha sido muy movida. He depositado la tesis, y aunque no es el final del proceso sí se siente como si me hubiese quitado un gran peso de encima (mucho más de un kilo).

Al nutricionista fui ayer. Me armé de valor y le pregunté si él había pensado algún peso aproximado con el que yo debería estar. Por supuesto no le dije eso de "peso ideal" porque sé que es anatema. También lo es para mí. Me dijo que como soy "fuertote" él piensa que entre los 100 y los 105 kilos puedo estar bien. Mi meta de hace años son los 110. Yo sé que con 110 kilos estaría más que bien. Pero no veo mal poner la meta un poco más baja y que 110 sean los kilos que never de los néveres deba volver a sobrepasar. Por ahora la meta está en 109. A eso voy. Claro, ahora que peso 116,8 parece que no es tanto. Pero vosotros/as sabéis que es mucho. Mucho porque el 25 de junio, cuando empecé, pensaba 125,3. O sea, que esto cuesta... cuesta mucho... y eso es otra. El nutricionista son 40 pavos cada cuatro sesiones. Teniendo en cuenta que sus menús me los tomo cada vez más como orientación, lo que intento es hacerle todas las preguntas que puedo. Me lo tomo más como una consulta literalmente, y también como un control de todo esto. Me jodería mucho pagar y encima estar poniendo peso. Es para mí una prueba (externa) semanal que se añade a mi compromiso personal.
Os leo.